La vista es espectacular, sin duda, pero parece el único acierto —y hay otros lugares con esa vista.
Escogimos este lugar porque prometía ser “romántico”…
El proceso de llegada fue malo. Una semana antes me contactó Celine para que pagara por transferencia, a lo que accedí.
Sin embargo, a la llegada nos volvieron a pedir el pago dos veces.
Como muestra de cortesía, Celine dijo que la primera copa en el bar iba por su cuenta.
Pero después de lo mal encarado que fue el señor con el que nos mandaron para recolectar la llave, pues no dan ganas de pedir ni la copa gratis ni ninguna otra.
Parecía el jefe de meseros, pero es incierto pues ni siquiera se presentó. Más bien nos trató como si fuéramos una molestia, no dijo ni buenas tardes, mucho menos una muestra de cortesía.
Nosotros somos muy flexibles, pero esa actitud sí resulta molesta. Obviamente no nos dieron ganas de volver al bar, ni a la alberca.
La habitación es muy amplia y privada, como describí, la vista sí es espectacular. Pero es toda muy oscura, las luces que funcionan no iluminan, varias otras están fundidas, la cama es incómoda, los cojines son aún más incómodos.
La tina, —que fue la única razón por la que reservamos aquí—, tenía agua que no era lo suficientemente caliente y el hidromasaje olía muy mal, a huevo podrido. Sin duda le falta mantenimiento.