Para empezar, me pusieron mala cara por llegar a las 20.30 de la tarde. Ya habían alquilado mi habitación a otra persona,y a cambio me ofrecieron la última habitación disponible( según ellos)a un precio 5E superior, cuya diferencia era disponer de baño individual, y no compartido. Esto ultimo me parece razonable. El chico detrás de la recepción en nigún momento esbozó una sonrisa ni me miró a la cara, y no hablaba español ni ponía mucho interés en explicarse en inglés para que le entendiera. La habitación, fría y con poca ropa de abrigo de cama. Eso sí, limpia, amplia y con todos los enseres suficientes. A la mañana siguiente, el desayuno consta de café, zumo, croissants y tostas de pan con miel o mermelada, todo ello de calidad media-baja, pero por el precio que tiene (35E), tampoco se puede pedir más. Los chicos de la recepcion cambiaron, pero eran igual de antipaticos. Eso si,los dos filipinos contratados para llevar la cafetería, muy majos y serviciales.