Me encantó quedarme ahí una noche. Todos fueron super amables conmigo. Es un poco complicado llegar a pie y no hay muchas otras formas de llegar desde la estación, ya que no hay taxis, a menos que lo pidas directamente, pero yo no lo hice. Una vez que llegué al hotel cansadísima cargando mi maleta y mi mochila, me ayudaron a subirla a mi habitación, y al día siguiente al no tener nada de efectivo para un taxi, un chico de la recepción fue muy amable al llevarme a la estación de tren. De verdad, el mejor trato que recibí en todo mi viaje en Europa. La ubicación es buenísima y las vistas también. La habitación muy amplia y fue un gran detalle el que dejaran una botellita de la típica ginjinha de Óbidos con sus vasitos de chocolate. A pesar de que es un lugar muy chiquito, me encantaría volver más días y definitivamente me hospedaría ahí otra vez.