Dentro del bello poblado de Saint Sauvent, el hotel ofrece buen gusto, comodidad, calidez y tranquilidad.
Si bien estuvimos a fines de Octubre, y la piscina no estaba lista para usarla, tener como fondo la iglesia románica, le da un encanto al lugar.
El hotel cuenta con un comedor, donde se toma el desayuno, y el cual está conectado con la terraza y piscina. El desayuno no sólo completo, sino con un toque especial. Nos sirvieron un pan con aroma de flor de azahar. También hay un bar y otro espacio para leer, conversar y con una computadora.
Estuvimos en la habitación justo encima del ingreso del hotel y la vista era a un restaurante y a una zona que lleva al resto de una torre medieval. Era una suite con un gran sofá y un escritorio, un baño con ducha amplia y albornoces. La cama con sábanas muy suaves y con una vista bonita.
Si bien no cuentan con ascensor, lo recomiendo totalmente.