Es un hotel muy ruidoso, se sienten hasta los trenes. Está en una calle muy céntrica y como vayas en fin de semana toda la noche se oyen gritos de gente que sale de los bares y está esperando al autobús. No se puede descansar nada, y entre semana el jaleo dura menos pero también se oye todo. La habitación que me tocó parecía de una película de terror, con una cama minúscula y los pies más altos que la cabeza. El baño, que estaba reformado, era lo más decente. Además no tiene ascensor, hay que subir con la maleta hasta el piso que te toque...