Hotel tradicional pero reformado recientemente,las habitaciones tienen cierto diseño y encanto aunque haría falta algún detalle más para hacerlo acogedor.Son espaciosas y luminosas.Luces de lectura individuales.
El personal habla español,muy atento y hospitalario.Pudimos llegar a las 12 de la noche sin problemas,nos esperaron.Parking gratis en la plaza de enfrente.No hay frigorífico.Guardan el equipaje si lo necesitas.
Vistas al río,a la montaña y al pueblo.Panaderías y pastelerías cerca.Oficina de Turismo.Actividades de ocio sin límite en la zona.
La idea de dormir aquí en vez de Andorra (nuestro destino) no tuvo precio.Buena insonorización en las ventanas aunque el ambiente no lo necesita. Impagable levantarse por la mañana y abrir las ventanas y ver el pueblo,el puente,la catedral y la montaña al fondo,con el leve sonido del agua y de los patos que vienen a visitarnos.
Sentimos ver y comentar que el suelo de la habitación y del balcón les hacía falta un barrido mas a fondo.
Hay una habitación que tiene jacuzzi.Volveremos.