Habitaciones muy pero que muy ruidosas sobre todo si das a la calle Rosello. Las paredes son de pladur. Se escucha absolutamente todo lo de la habitación contigua. Las puertas de las habitaciones hacen muchísimo ruido al cerrarse aunque lo hagas con extrema delicadeza. La almohada de dureza extrema. Sin posibilidad de cambiarla.
El aire acondicionado no funcionó durante dos días, aunque en recepción dijeran que si. Nos ofrecieron un ventilador y después tampoco nos lo dieron, pues los habían repartido todos. Como compensación un desayuno gratis, que al ir a desayunar tampoco estaba notificado al personal del comedor. El desayuno no es nada variado. Más bien justito. Recepción muy pequeña. No tiene categoría de 4 estrellas. La piscina y el solárium… solo tres sillones/tumbonas con espacio muy reducido.
El personal muy atento pero sin posibilidad de resolver los inconvenientes, salvo el cable de la antena de tv que tampoco llegaba la señal.
Con respecto al cambio de toallas. Tal como recoge la cartelería si no las pones en el suelo y están colgadas significa que las reutilizas. Aún así, cambio diario de las mismas. Poco amigable con el medioambiente.
Lo bueno, personal amable, la cercanía a la rambla, metro muy cerca, buena gastronomía por la zona. Pero si buscas algo más de confort y descanso, este hotel no es recomendable por el precio que tiene.
Una lástima porque era la segunda que vez que iba a este hotel y no tuve esta sensación la vez anterior.