Somos una pareja joven, elegimos el hotel por la zona, y no pudimos estar más acertados, ya no por el motivo por el que fuimos allí en un principio, sino porque estuvimos como en casa, desde los propietario, la cocinera, y por supuesto Yolanda, Anna y Joanna y otra chica que no recuerdo el nombre (personal de hotel y restaurante, donde por cierto se come exquisito).
El hotel es caro, como todos en agosto, pero puestos a pagar, mejor en un sitio donde estés tan bien tratado.
Las habitaciones son normales, pero siempre limpias y sin problemas de ruidos; el desayuno es frio, pero muy completo y de calidad (zumo de naranja natural, tostadas de varios panes, embutidos, bollería, fruta...); la piscina muy tranquila, sin problema de hamacas; el hotel tiene cerca mogollón de restaurantes, pubs, supermarket...cerca de la playa, aunque te hartas a escalones siempre tienes la opción de bajar en coche); en el pueblo hay bastante ambiente, si que es cierto que la primera semana de agosto la notamos con mucho ambiente extranjero, pero el domingo desaparecieron ;)
Para mi, si el hotel tuviera ascensor y acceso a minusválidos se merecería una estrella más.
No soy masoca, y habiendo pagado lo que pagué, aún así salgo dando las gracias, ha sido una semana inolvidable gracias a la gente.