Todos los azulejos del baño rotos, todas las paredes de la habitación manchadas (uno no las tendría así en su casa), el estado general de la habitación muestra un mantenimiento mínimo. Llegamos a la hora de cenar y, habiendo sólo dos mesas que atender y tres camareros, tuvimos que levantarnos varias veces para recordar nuestra comanda para, finalmente, obtener las bebidas 20 minutos más tarde y recibir la respuesta de que no había lo que habíamos pedido (pizzas!!!); después, es que no había de nada y, finalmente, 45 minutos después de habernos sentado, llegaron unas tortillas a la francesa y unas ensaladas, todo ello de lo peor que hemos probado nunca en un hotel, un hotel que, sin embargo, cuesta 70 euros/noche, un precio muy elevado para lo que es, cuyo único "atractivo" es estar al lado del aeropuerto...