Sin agua, ni WiFi, ni aparcamiento y con ruido. Nos quedamos sin agua a mitad de la ducha, avisamos y con esa diplomacia que tienen los británicos, nos sonrieron pero NO arreglaron el problema. A las buhardillas no solo no llega el agua, el WiFi tampoco. Las ventanas son pésimas, no aislan del ruido de la calle. Cada vez que pasaba un autobús temblaba, a modo de seísmo, toda la cama. La limpieza del baño dejaba un poco que desear. Ni jabón, ni champú. Un bote grande de crema a medio usar y con chorretones. No hay aparcamiento, aunque lo anuncian. El aparcamiento gratuito depende de la suerte que tengas tú de encontrarlo en la calle. Lo único bueno el desayuno. Aunque el primer día tuvimos que esperar media hora a que nos lo sirviesen de la cocina. Caro y malo.