A priori un buen hotel para descansar y disfrutar del jacuzzi, de la piscina y de la playa. Pero las cosas se empiezan a torcer cuando ves que el agua del jacuzzi no la cambian de un inquilino a otro, la depuran, y seguramente la dejan todo el verano, con lo que conlleva, lo que más tira para atrás es la arena acumulada en el fondo. Aunque la habitación es increíble. Prácticamente como una casa, pues tiene salón y habitación aparte. Había un problema con una plaga de pequeñas hormiguitas, que cuando estabas tranquilamente en el sofá, las notabas por la espalda. La ubicación es realmente mala, pues esta situado en un complejo hotelero al final de muchas cuestas arriba y para colmo abajo no hay playa. La más cercana en Fuengirola. Por lo que se hace totalmente imprescindible el coche, porque aunque ponen un autobús para recorrer el recinto y otro para llevarte a la playa, los horarios son escasos y se hace tedioso.