El hotel se encuentra apartado de la ciudad, por lo que el auto es una necesidad (aplicaciones no cubren pero tour-operadores llegan).
El personal de recepción de hotel es muy amable. Sobre todo don Oscar, quien solucionó y coordinó nuestros transportes y paquetes turísticos.
El dormitorio es amplio, pero las camas están ya vencidas. Las camas son de 190 centímetros de largo, por lo que las personas altas quedarán con los pies afuera. El baño no tiene aislación acústica del piso superior, por lo que se escucha cuando el huésped de arriba usa el alcantarillado. El receptáculo de baño es pequeño y tiene una barra de seguridad apernada, lo que volvía muy incómodo el bañarse.
El restaurante ofrece comida de primera calidad, pero el servicio es lento. Sin embargo, el personal del resturante es muy amable.
El bar del hotel es cómodo y acogedor. El barman Marcelo crea un ambiente que invita a quedarse. La carta es variada y con elementos de la zona, lo que lo vuelve entretenido y fresco.
Las tinajas son muy cómodas, al aire libre, pudiendo ver el lago y los árboles.
La bajada al lago está bien demarcada y es muy agradable de recorrer, por sus paisajes.
Los espacios comunes son cómodos, siempre limpios y ordenados.