El hotel está situado en un enclave maravilloso, el servicio es amable y La Maslina, para destacar.
Por lo demás, como le comenté a la Directora, no disfrutamos de la estancia: precios carísimos (una copita de Malvasía, 23€ + impuestos), platos muy escasos (acabamos cenando de supermercado en la habitación), imposible estar a gusto (o simplemente estar, el último día, nos tuvimos que quedar en la habitación) en la piscina, los clientes, en su gran mayoría ingleses, lo invaden todo desde las siete de la mañana y son muy maleducados.
Habíamos pagado el desayuno con antelación, solo lo disfrutamos tres días al ser literalmente "expulsados" de una mesa sin motivo alguno por la jefa de sala.
Nos compensaron con un descuento de 70€. Es una pena, pero no creo que volvamos.