El hotel es precioso, un poco grande para ser propiamente un hotel boutique, pero una joyita. Por fuera engaña. Los salones son geniales, las habitaciones están bien, aunque sin duda lo mejor es el baño. (Por lo menos en la habitación 5). Los patios, preciosos, el área de la piscina un lujo, aunque uno pequeñito.
Sí es cierto que, aunque el personal fue muy, muy amable, soy una persona joven, y se apreció la diferencia en el trato cuando hubo otros clientes extranjeros delante. Habiendo vivido en EEUU varios años, sé que los detalles son mucho más cruciales para la cultura anglosajona en general que para nosotros; pero no por ello hay que descuidarlos. Se nos ofrecían cosas como a remolque, porque había llegado algún cliente extranjero y se le habían ofrecido a él. La frase más constate fue "bueno, claro, no les he ofrecido a ustedes X". La sensación fue la de ser clientes de segunda. Pero lo dicho, fue una sensación, el servicio fue estupendo y no tengo queja de nadie.