Unos clientes habían dejado a su perro encerrado en la habitación por la tarde, y por mucho que lo intentasen, los del hotel lo solucionaron bastante más tarde. En comparación, él ruido de los trenes eran una grata compañía. Lo bueno de estar tan cerca de la estación tenía que llevar algún inconveniente. Pero vamos, nada que tapones de goma no pudieron resolver. Además la estación tiene de todo, ¡incluso un Lidl que abre los domingos! Otro punto interesante, la oficina de turismo está a dos pasos, y hay mucho que visitar allí.