Es un buen hotel en el barrio de Prati, a dos pasos del Castel Sant'Angelo, Piazza del Risorgimento y Museos Vaticanos. El establecimiento es de un estilo vintage al que no le vendría mal una pequeña actualización (sobre todo el tema de la moqueta), aunque también ese aire retro es uno de sus encantos. La cama es muy cómoda, todo el personal es muy amable, el desayuno es muy bueno y variado y se toma en un ventanal con vistas al Vaticano. El restaurante "Les étoiles"(al aire libre y en la última planta) también vale la pena, particularmente por sus espectaculares vistas. La señal wifi funciona muy bien. Un detalle que también me gustó es que la pastilla de jabón para lavarse las manos es particularmente agradable. En recepción tuvieron la amabilidad de permitirme dejar la habitación más tarde de lo habitual, algo muy de agradecer ya que mi vuelo salía de Roma por la tarde. En definitiva, es un magnífico hotel en el que hospedarse en la maravillosa ciudad eterna.