El hotel es moderno, pero está algo apartado del centro (25 min andando al Bismarckplatz).
La habitación es mucho más pequeña de lo que aparece en las fotografías, que dan pie a engaño.
El desayuno es caro (12,5€ por persona).
Los fines de semana el servicio de habitaciones es a las 9:00, con lo que te pilla en la cama y luego ya no pasan a arreglar la habitación.
Además el sistema de aire acondicionado se enciende automáticamente a las 6:30 de la mañana y no se puede desactivar esta función.
Por lo demás, el personal es muy amable y en el recibir / zonas comunes hay juegos y libros para pasar el rato. El WiFi funciona muy bien.