Catalinas se proyecta como un pueblo de ensueño con un entorno especial por su concepto arquitectonico. Si valoramos el hotel es limitado en servicios con una pequeña piscina en azotea. Para cualquier otra actividad es fuera del mismo con operadores externos, pero sucede que los alrededores no son areas exclusivas o reservadas y por el contrario es abierto a cualquier persona que accese desde la playa. Estuvimos 4 dias, 3 noches y a excepcion de un par de saloneros y de la recepcionista que sobresalió por estar atenta a algunas necesidades y ser muy gentil, el resto nunca logró reconocernos como huéspedes, y el trato como nacional cambiaba cuando referiamos serlo. Por muchos años fui gerente de operaciones de hoteles en la zona norte y si me perniten una recomendacion, para el costo de hospedaje y por el sitio tan bello, para lograr un balance positivo costo/beneficio y generar un valor unico que acompañe a la expectativa, el acceso al menos a la zona de la plazoleta y alrededores deberia ser controlada y más exclusiva, en varios momentos cerca del comercio Patagonia o por la fuente de chorros, o la pequeña heladeria se compartia con grupos de personas con vocabularios inapropiados, e incluso en algunos momentos en la playa no nos sentiamos seguros con nuestras pertenencias. El hotel está maravillosamente decorado y con detalles bellos en habitaciones, pasillos y la zona del restaurante, especialmente en la noche. Cuando se es limitado el servicio al cliente debe ser único...