Había que quitarse los zapatos en la entrada, por lo que el olor a pies era realmente horrible.
Los dos chicos que me atendieron al principio, majisimos, pero una chica que trabajaba allí no me pareció nada agradable. Eran las 21h, vale, pero yo estaba cansada y pregunté a mis compañeros de habitación si podía apagar la luz y lo hice. Entro la chica que trabajaba allí a enseñarle la habitación a una nueva, y ni siquiera preguntó, entra, enciende la luz y se ponen a hablar en un tono de voz completamente normal sin importar que hubiera gente durmiendo.
Me desvele y comi un yogur. Pues vuelve a entrar la chica que trabaja allí y me dice muy borde que no tengo permiso para comer en la habitación y que deje eso ya. Lógicamente no lo sabia, pero los modos de decirlo no estuvieron bien.
La habitación era muy muy pequeña para tener 12 camas.
Lo mejor, los pancakes del desayuno, gratis y riquísimos.
No volvería.