Estuvimos hace unos 10 años y nos gustó, por lo que decidimos repetir. Sin embargo, en esta ocasión ha sido una decepción. Da la sensación de que no ha habido ningún mantenimiento.
Al llegar pedimos que nos cambiaran la funda nórdica. El relleno estaba apelmazado en montoncitos perfectamente visibles.
Muebles deteriorados por el paso del tiempo. Una smart TV enorme sin antena, pues el cable era tan corto que impedía conectarlo, y con una cobertura wifi que no llegaba a nuestra cabaña, con lo que tenías que utilizar tu propia red móvil.
El armario incluía una sola percha, de cuatro que hubo en algún momento.
Poca limpieza en la cabaña.
Cuando acudimos a desayunar, el bacon, los huevos fritos, los huevos revueltos y las salchichas estaban fríos, pues no se conservan en las típicas fuentes cerradas, que tienen los hoteles, donde se conserva el calor.
El comedor, estaba sucio de la noche anterior. Patatas fritas y papeles por el suelo, mientras una señorita barría y fregaba la terraza exterior. Inexplicable.
Resumiendo, el concepto de alojamiento y el entorno son fantásticos, pero el abandono de las instalaciones es evidente.
Entiendo el coste de mantener limpio y en condiciones este negocio, pero sería preferible que solo abriesen los fines de semana, y/o los meses de temporada alta, antes que estar abiertos todo el año a cambio de un servicio mediocre para el precio que se cobra.