En principio costó ubicarlo, dado que es como un departamento. Es decir que si vas pensando que te vas a encontrar con una recepción, con varios pisos, como en un hotel, te vas a llevar una sorpresa.
La habitación es chiquitísima. O entras vos o entra la valija. No corresponde a algunas fotos que se ve.
El baño tiene una puerta plegadiza que, en la habitación donde estábamos, costaba cerrar y el inodoro estaba pegado a la cama.
El servicio de limpieza está hasta las 11 am. Es decir que si querés quedarte durmiendo hasta el mediodía, porque viajaste durante la noche o simplemente querés descansar, olvidate del servicio a la habitación.
El desayuno, que te lo dejan servido el día anterior, es muy completo, aunque le faltaría una mantequilla.
El wifi es pésimo. Se corta a cada rato.
La atención es muy buena. Pasquale y Francesa son muy amables y simpáticos.
La ubicación es inmejorable: a metros del Vaticano y rodeado de barcitos donde se puede comer por pocos euros.