El hotel muy agradable, muy céntrico, junto a la Mezquita Azul, el Hipódromo y Santa Sofía. Estupendo el ambiente alrededor del hotel, sobre todo en Ramadán y por la noche. Lo peor: los desayunos con poca variedad y había días que si se acababa algo, no lo reponían. Además, el penúltimo día de estancia, nos bloquearon la llave de la puerta del hotel para que tuviéramos que reclamar que nos la reactivaran en recepción y así aprovechar para vendernos un transfer al aeropuerto para el día siguiente. Por lo demás, un hotel correcto, y en el que lo mejor es la situación.