El hotel es precioso, nos recibió María, la dueña, y no puede ser más maravillosa, siempre con una sonrisa y pendiente de que todo estuviera a nuestro gusto. El desayuno preparado por ella misma, fue increíble, con zumo natural, fruta fresca, bollería...
También estaba José, el dueño, un hombre tan encantador como su mujer y pendiente siempre de que estuviésemos a gusto.
La habitación super amplia y con todo detalle. Sin duda, repetiremos!!