Un bochorno innecesario en el servicio del desayuno. Nadie te recibe, ni un buenos días, ni te da ninguna información. Únicamente te encuentras una mesa con un montón de platos preparados con antelación a modo de campamento con (rebanada pan molde a modo de tostada fría, loncha fiambre, loncha queso, 1/2 loncha jamón, monodosis de aceite, tomate, mermelada y un mini bolleria), vasos de zumo ya rellenos (no los probamos). Maquina café de botones, y 2 dispensadores de cereales a granel. Todo a modo de self service. Sin entrar a detalle de la calidad y cantidad, solo decir que escaso y baja. Que en mitad del comedor a viva voz te llamen la atención como si estuvieras robando comida, no es nada agradable. Nuestro error, por la falta de información, sin saber que solo tienes derecho a un plato por adulto, fue levantarnos a coger un plato adicional, y tratar de rellenar el bol de cereales del niño, previamente habíamos cogido una muestra de los 2 cereales para que eligiera. Un bochorno innecesario, y que pasado el sonrojo inicial, exigimos en pagar. Dado el mal trago el segundo día ya no bajamos a desayunar.
Cada sitio tiene su política y la acepto, pero el mismo mensaje de forma educada y más discreta no hubiera tenido más repercusión que mostrar nuestro desconocimiento y abonar el exceso si hubiera producido.
Una auténtica pena porque las instalaciones y el apartamento son muy correctos para pasar unos días en familia.