El sitio es muy agradable, limpio, seguro, el grupo de jóvenes que lo maneja es pura simpatía, cordialidad y eficiencia. Pero es una zona residencial, con pocas opciones para comer. Es un hotel orientado más a ofrecer un espacio de trabajo remoto que una experiencia turística.
Un detalle verdaderamente incómodo fue la presencia de perros en el área del desayuno. Sus ladridos eran fuente de molestia, aparte de las consideraciones de higiene. Además, se encuentra cerca de carreteras muy transitadas; esto y el eco dentro lo hace un poco ruidoso.