Se trata de un hotel pequeñito, en una localidad con poca oferta, recién reformado, con gusto.
Tiene unas habitaciones, para nuestro gusto algo pequeñas, pero con todas las comodidades para una estancia corta.
Son silenciosas, con buena iluminación, cama con colchón confortable, wifi correcta y una ubicación excelente para visitar la isla de Tabarca.
Cerca hay un pequeño restaurante que nos aconsejó el chico de recepción, donde degustamos un fantástico caldero de Tabarca.
El personal de recepción muy comprometido y volcado en la atención de los clientes.
Damos las gracias, especialmente al chico que nos atendió la mayoría del tiempo, que es un gran valor para el establecimiento.
Algo que no nos gustó es la luz de la terraza, que se mantiene encendida durante toda la noche y que, a pesar de las cortinas, la iluminación entra por debajo en la habitación. Una sugerencia, temporalizar esta iluminación y pagándola en algún momento de la noche hasta la salida del sol.