Es difícil escribir una reseña objetiva sobre nuestra estancia en la casa de Pedro y Teresa.
Los pequeños inconvenientes que pudieran reseñarse, como es inevitable en cualquier establecimiento de esta categoría, quedan diluidos y opacados por la gran amabilidad y cordialidad de trato de los anfitriones. Su calidez y calidad humana, su permanente atención y deseo de servir a los huéspedes, consiguen superar cualquier deficiencia puntual.
Hacen que te sientas como en tu casa, en familia, manteniendo conversaciones interesantes y amenas, con el mayor respeto y cordialidad.
Las habitaciones son limpias, espaciosas y dotadas de un mobiliario antiguo que, al igual que en el resto de la casa, combinan y se adaptan perfectamente a la edificación, logrando un ambiente de época muy peculiar y agradable, en consonancia con la calle y entorno en que está ubicada. Por otra parte, recomendamos la ampliación de los baños de que disponen las habitaciones, algo justos para un uso compartido por dos personas.
En resumen, una estancia muy agradable, excelente ubicación (la vecindad con la estación de autobuses de Viazul, provenientes de La Habana, es una característica muy interesante), y una atención muy especial. Repetiremos en cuanto tengamos ocasión.
Muy recomendable para viajeros de mentalidad abierta, que deseen vivir la experiencia de una Trinidad auténtica